viernes, 1 de abril de 2011

A NTRO. PADRE JESUS DE LA ESPINA. POR SIEMPRE, SEÑOR DE BADAJOZ




A las puertas de tu convento tus hijos te esperan impacientes y entre aplausos, lagrimas y emoción comienza tu Calvario de amargura por las calles de Badajoz. Cargado de pena y de dolor, humillado bajo el peso de la Cruz, te escoltan querubines celestiales y entre cardos y espinas un manto de hierba fina se extiende bajo tus pies. Tus hijos Señor de Badajoz te llaman por bendito y poderoso. En el templo del alma te llevan y a Ti sus plegarias elevan pues te saben milagroso. Tras de Ti tu Madre camina con amargo dolor, con su carita de niña llena de lagrimas de pasión. Tres puñales clavados en el corazón, uno por cada Caída del Señor de Badajoz. Los costaleros tus Cireneos son, van compartiendo contigo el peso del madero y alivian tu dolor. Envuelto en el silencio de la noche, tan solo roto por el lamento del cornetín, caminas entre claveles y espinas. En el Campo de San Juan, florecido de azahar, te recibe con sus cantos un coro celestial. La vieja catedral al verte pasar guarda silencio y llora, y mirando al cielo implora que se acabe tu Calvario de dolor. ¡Ahí va el Señor de Badajoz!, con su túnica morada, con su serena mirada cargando nuestros pecados y dándonos su amor. Esta noche falta en el cielo la estrella de Belén. Dicen que ha muerto de pena, al conocer tu condena. ¡Martes Santo de amargura de calvario y de pasión! Al golpe del llamador ¡elevadlo costaleros, a los cielos de Badajoz!

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